ya acabó su novela

Bayly, el mejor.

Publicado: 2010-02-01

Sábado tres de octubre, un cuarto para las doce del mediodía. Acabo de despertar (ja). Anoche llegué a casa a las doce. Mi hermano, si no me gramputeó la segunda vez que me llamó al celular, fue porque ya lo había hecho en la primera. “Olvídate de tus permisos”. Estaba taaan felíz que no presté mucha atención a la frase que de haber escuchado en cualquier otro momento, me hubiese puesto los ojos como platos.

Había hecho la fila desde las 6:00 pm, a pesar de que fuí una hora antes. Se supone que iba a ir con una amiga, Dayana, que por la prisa olvidó su libro en casa, así que regresamos, recogimos el libro y me prestó una polera (no porque no la tuviera, el problema era que mi polera era exactamente igual a la suya: rosadita, toda fresa y para no pasar el roche…). Cuando volvimos, olvidamos su cámara en el taxi, que para concha ya se había ido y ni vuelta que darle. La fila (que a las 5:00 era inexistente) se extendía hasta casi la reja principal del parque Libertad de Expresión. “Erika”. Volteé y encontré a uno de mis mejores amigos: el Chino. Estaba en la fila, casi adelante, todo un prodigio. Dayana desapareció con un amigo ojiverde y me dejó en la fila con Steve -el chino- y su enamorada.

Eran las once y mi hermano, para entonces, ya me había colgado el teléfono por segunda vez. La gente gritaba “Firma los libros! Firma los libros!” hecho que comenzó a desesperarme (odio cuando la gente piensa que porque grita los demás le van a hacer caso). “¡Señor! es Jaime Bayly ¿no pueden esperar?”. El chino se reía, con cara adormitada y no era para menos.  Casi cinco horas parados, sin poder ver la conferencia, escuchando a duras penas sus palabras y con ganas de tener su firma en nuestros libros. Cada que nos acercábamos pensaba en lo que iba a decirle. “En mi libro, hablo sobre ti”. Dayana me envió un sms. “Mi mamá está aquí, chau Eka”. La fila se acortaba más y en mi mente seguía la frase. “”En mi libro, hablo sobre ti”. Esa tarde había llegado a las cuatro del colegio, me había bañado, cambiado y arreglado en cuarenta minutos, almorzé en menos de diez y tomé un taxi. Ubiqué a Dayana, regresamos a su casa y con el libro -pero sin la cámara- ella se había ido con Lucho (el ojiverde) y me había dejado con Steve y Andrea (su enamorada). “En mi libro, hablo sobre ti”. Por fin, nuestro turno. “Yo voy a pedirle un besito, Uhh”. Steve era más caleta, yo, en cambio, poco más y no llevaba estampado en el polo “Bayly, el mejor”. No había leído “El cojo y el loco” desde que mi mamá lo compró, es más, no lo había sacado de su envoltura hasta esa misma tarde. Estaba leyendo “Angeles y Demonios” y aunque podía hacerlo, me pareció insultante leer al mismo tiempo mi ‘nueva adquisición’. “Bayly merece mi atención por completo”, después de pensar eso me dije “loca” por no decir “obsesionada”, y bueno, no era para menos, todos los domingos me sentaba a las diez de la noche para ver <El Francotirador> y no me hubiese perdonado no venir a la firma.

Subí las gradas del escenario con Steve atrás mío y lo ví. “En mi libro, hablo sobre ti”. Le dí la cámara a la flaca que estaba tomando las fotos y ella me preguntó “¿tu nombre?” “Erika”. Jaime terminó de firmar el libro de Maria Gracia (escuché el nombre) y me miró. La tipa le dijo “Erika”. Me acerqué y lo saludé con un beso en la mejilla. Al tiempo en que le tendía el libro me dijo “¿Erika?” “Si” “Qué guapa” y sonrió. Quise decir la frase que tanto había repasado, al menos decirla a la paporreta, pero la lengua se me secó. Ahora una nueva palabra crepitaba en mi cabeza: guapa. Me di cuenta que había estado sonriendo todo el rato y me olvidé de la foto. “Erika, mira aquí”. La foto. Había olvidado la foto. Giré y sonreí a su lado. Después del Flash miré a Jaime entregándome el libro, me despedí de él de la misma manera en que lo saludé. “Gracias”. Bajé las gradas y abrí el libro impaciente. “Erika, eres linda, besos. Bayly”. Advertí mi temblor corporal y mi sonrisa se ensanchó más. Steve bajó las gradas tambien sonriendo. “Me atracó” “¿Le diste el beso?” “¡Si!” “Jajaja, yo no le pude decir que en mi libro hablaba sobre él”. Steve me miró con ternura como si eso no importaba, ¿que habrá pensado en ese momento? No lo sé. Alcanzamos a Andrea y me acordé de mi padre, que esperaba en la reja. Vi el reloj: Once y cincuenta. En casa todos estaban con cara larga, pero yo seguía sonriendo y eso pareció tranquilizar la situación. Me dispuse a leer el libro. Me acosté a las cuatro de la madrugada, pero valió la pena. Todo lo valió.

El cojo y el loco, es una obra netamente realista que revela las vulgaridades de la vida actual y los desaires que un ser humano puede soportar. Bayly desnuda la vida bohemia de la aristocracia peruana; y junto a ella, revela las carencias de dos familias, carencias que el dinero no puede comprar, una de ellas: el amor. (03 Oct 09)


Escrito por

Erika Zeballos

Tengo 16 años. Amo la buena música, el café y todo aquel que resulte ser un buen libro. También me gusta escribir. Aún no he terminado el colegio pero ya sé muy bien lo que quiero ser el resto de mi vida: abogada. En mi test de orientación vocacional, la psicó


Publicado en

erikazeballos1649

Just another Lamula.pe weblog